Monteagudo
Zona no vascófona.
Limita al N con Cascante y Tulebras, al E con Barillas y Malón (Zaragoza) al S con Novallas (Zaragoza), al SO con Tarazona (Zaragoza) y al O con Cascante. Su término abarca dos porciones distintas: la oriental, llana y formada por los aluviones de las terrazas del río Queiles y de los glacis de erosión (unos 380 m de altitud) y la occidental, más accidentada, que culmina a 508 m en Gavilán, y que se corresponde con los afloramientos detríticos (conglomerados, areniscas, arcillas, limos) y evaporíticos (yesos) del Mioceno.
Clima
Por la escasez e irregularidad de las precipitaciones, la sequía estival, la frecuencia del cierzo y las fuertes oscilaciones térmicas, el clima es de tipo mediterráneo-continental. Algunas de sus medias anuales son: 13,5ºC de temperatura, 392 mm de precipitaciones, caídas en 60-65 días y 743 mm de evapotranspiración potencial.
Flora
La cubierta vegetal originaria ha sufrido una transformación radical.
HERÁLDICA. Trae de oro y una faja de gules. Por timbre un yelmo empenachado. Estas armas eran las propias de su señorío. Desde 1841 usó las cadenas del reino, pero en 1953 el ayuntamiento se dirigió a la Diputación, quien de acuerdo con su historia recomendó la vuelta al del señorío, como se hizo. Con los mismos colores y metales está pintado en las vidrieras del palacio de la Diputación.
CASA CONSISTORIAL. Está situada a pie de carretera, en la plaza de San Francisco Javier, de construcción moderna, en ladrillo, y de características arquitectónicas propias de los años cincuenta. El ayuntamiento está regido por alcalde y ocho concejales.
ARQUEOLOGÍA. En su término se han producido hallazgos líticos de superficie en una yesera junto al río Queiles, de cronología imprecisa. También existen diversos vestigios de época romana, entre los que destacan un aljibe, un ara dedicada a Marte y un tramo de la calzada que unía Cascante con Tarazona.
HISTORIA. Conquistado por el rey Alfonso I el Batallador al tiempo que Tudela (1119), a cuyo fuero y jurisdicción fue adscrito (1124). Señorío realengo, entregaba a la corona en 1280 un total de 1461 sueldos y medio. Raimundo, obispo de Tarazona, entregó a la Santa Cruz de Tudela y los diezmos al cabildo catedralicio.Atacado por tropas aragonesas (1362) la población mora y judía obtuvo la exención de tributos de ese año; fue nuevamente atacado (1366) por los hombres de Beltrán Du Guesclin. Carlos II dio las rentas de la villa (1380) a Gonzalo Sanchiz de Monteagudo. La despoblación producida obligó (1423) a reducir nuevamente las pechas que fueron entregadas por Juan 11(1429) a Floristán de Agramont por los servicios prestados a la reina Blanca en Sicilia y Castilla.En 1353 contaba con 47 fuegos, incluidos 11 moros, que se redujeron a 32 en 1366. Había aumentado a 68 en 1553 y eran 49 en 1646. Sumaba 436 habitantes en 1786.
En 1802 pertenecía a los marqueses de San Adrián. En 1847 Monteagudo contaba con escuela, dotada con setenta robos de trigo; junto a la ermita de Nuestra Señora del Camino se había establecido en 1829 una comunidad de agustinos descalzos para la misión de Asia, uno de los tres únicos conventos exceptuados en toda España por la exclaustración de los años treinta del siglo XIX. Tenía la villa buenos caminos a Tudela, Tarazona, Fitero, Agreda y Cascante; funcionaba un molino harinero y otro de aceite.
En los años veinte del siglo XX, tenía dos molinos de aceite, trece bodegas, un gran granero, el molino harinero, fábricas de chocolate, aguardiente y yeso, así como dos escuelas.Monteagudo disfruta del congoce de los montes de Cierzo desde 1665 en que lo compró al erario con otros pueblos.
CASTILLO. Dominando el pueblo, en el mismo emplazamiento que ocupa el palacio de los marqueses de San Adrián, hubo en época medieval un fuerte castillo, que formaba parte de la línea defensiva fronteriza del Reino, hacia Aragón. Se conocen los gobernadores o tenentes de este distrito desde el siglo XII. Posteriormente, en 1277, Jimeno de Monteagudo, como teniente del alcaide, prestó homenaje a la reina doña Juana, por este castillo y el de Mirapeix. Tres años más tarde se pagaron a sire Esteban de Dora los gastos que hizo fortificar el recinto y rehacer el muro que había caído. Nuevas y urgentes reparaciones se llevaron a cabo en 1294, siendo alcaide Bernart de Barrabes, a la vez que se traían 20 moros ballesteros, temiendo un ataque de los de Tarazona.En los primeros años del siglo XIV se rehízo el techo de la capilla y se trabajó también en la bodega, establos, granero y otras partes. Hacia 1310 se reparó el muro inferior, derruido en parte, y se taparon huecos en el superior. Nuevamente se reforzaban uno y otro en 1314, poniendo contrafuertes, por haberse producido alguna ruina. En 1328 se reparaban las puertas, el aljibe, la escalera de la torre y los terrados, así como el palacio o zona residencial. Hacia 1335 era alcaide Tomás de Climac.
Carlos II concedió al alcaide Guillén de Corneilles, en 1351, 10 libras anuales, por encima de la retenencia, que suponía 8 libras y 40 cahíces. Cuatro años después, las cuentas registran nuevas obras, que proseguían en 1358-65, tasándolas los maestros moros Zalema Zaragozano y Zalema Alpulient. En 1365 le fue confiada la fortaleza a Sancho Fernández de Cascante, escudero, y al año siguiente, se nombró en su lugar a Martín Sánchez de Erespuru. Por su parte, la reina Juana puso en 1372 a Gonzalo Sánchez de Mirafuentes, que mandó hacer obras de reparación, a cargo del moro Amet.Carlos III el Noble confió la guarda en 1390 a Lope Martínez de Uriz, en sustitución de Juan de Agorreta. En 1394 pasó a manos de Juan de Iroz, a quien sucedió en 1396 Ochoa Martínez de Eusa. El mismo rey cedió las rentas de la villa en 1403 a Urraca García de Hermosilla, que puso como alcaide a Martín. Sánchez de Aizaguirre, maestrehostal de la reina. En los años 1424-25 fue reparado el castillo por el mazonero Juan Deza, interviniendo maese Lope, maestro de obras del rey y el judío Mose Perlero, obrero mayor del castillo de Tudela. El castillo y el pueblo fueron dados en 1429 a mosén Florestán de Agramont, maestrehostal, por sus servicios a la reina doña Blanca. El año siguiente, con motivo de la guerra con Castilla, guardó la fortaleza Martín López de Lerga, con 15 florines de gajes. Según un documento de 1434, parece que por entonces se habían celebrado cortes en el castillo.
En 1454, Juan II confirmó la donación de 1429, en favor de Florestán de Agramont, haciéndola extensiva a su hija doña Violante. Al tiempo de la conquista de Navarra por Fernando el Católico, en 1512, la villa y su castillo pertenecían a Juan de Beaumont o de Veamonte, como lo escribían por entonces. Precisamente debido a esta circunstancia la fortaleza se libró de las demoliciones de 1516 y 1521. A finales del siglo XVII fue transformada en palacio.
PALACIO. Enclavado sobre una pequeña elevación que la domina, aparece como de cabo de armería en la nómina oficial del Reino. Hacia 1490 pertenecía a Guillaume de Beaumont y Vilante de Agramont, su mujer. En 1523, Francisco de Beaumont, señor de Monteagudo, renunció al empleo de gentilhombre de la guardia de Carlos V para afincarse en su palacio y señorío. El Emperador le favoreció con una merced de acostamiento de 200 ducados. Cien años después, gozaba esta gracia Juan Fermín de Beaumont, corregidor de Ávila. En 1758 pertenecía el palacio a Francisco Magallón, marqués de San Adrián, título creado por Carlos II en 1695, en la persona de Joaquín Magallón y Beaumont. Fue reedificado en su forma actual el año 1766, sobre las ruinas del antiguo castillo, o de lo que quedaba de él, que resultó muy dañado en la Guerra de Sucesión. En los años 70, se llevaron a cabo importantes obras de repristinación en el edificio. El escudo del primitivo linaje de los Monteagudo, uno de los doce de ricoshombres de Navarra, era de oro, con una faja de gules. Según el Libro de Armería, el señor de Monteagudo Guillaume de Beaumont traía su escudo partido de Beaumont y Enríquez de Lacarra, con un escudete de Monteagudo puesto sobre el todo.
En un estratégico emplazamiento, dominando el caserío sobre una escarpada roca se levanta el palacio castillo de los marqueses de San Adrián cuyo origen se remonta a los tiempos de Alfonso el Batallador. Tras la Reconquista el castillo fue reconstruido por el señorío de Monteagut y luego pasó a depender sucesivamente de los Beaumont y del marquesado de San Adrián. Conserva su traza primitiva de planta cuadrada con cimientos de grandes sillares sobre los que se alzan los muros del ladrillo debidos a la transformación efectuada en el siglo XVIII y a las reformas recientes. Del XVIII restan la portada de piedra con el escudo barroco y la escalera de tipo imperial con cinco tramos que se cubren por bóveda gallonada. En el oratorio quedan algunas tallas y lienzos del siglo XVII más una pintura del Crucificado firmada por L. Azcue en el año 1861.
IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA. La parroquia de Santa María Magdalena es un edificio gótico renacentista construido en ladrillo en torno a 1540 con una sola nave de tres tramos más la cabecera -poligonal al interior- que se cubren con bóvedas estrelladas. Poco después, en el año 1577 se levantó el primer cuerpo de la torre, hecha de sillar y cubierta por bóveda asimismo estrellada, si bien el segundo cuerpo, de estilo herreriano, data del siglo XVII y el remate es moderno.
En el siglo XVIII se añadió a la iglesia una segunda nave por el lado de la Epístola, cuyos dos tramos presentan bóveda de arista y cúpula semiesférica. Inmediato y contemporáneo a ella se construyó el pórtico, hoy aprovechado para dependencias, lo que motivó el traslado de la puerta de ingreso a los pies del templo.
Además del pequeño retablo plateresco de la Dolorosa y del barroco de Nuestra Señora del Rosario, hay que citar el retablo mayor, también de estilo barroco, que trazó en el año 1699 el arquitecto tudelano Francisco Gurrea para la parroquia de San Miguel de Tudela y que luego fue comprado por la de Monteagudo en el año 1806. Neoclásico es el retablo de San Roque que diseñó en 1801 el pintor cascantino Diego Díaz del Valle. Se conserva también una cruz parroquial de plata, de estilo plateresco propio del segundo tercio del siglo XVI.
CONVENTO DE LOS AGUSTINOS RECOLETOS. En el convento de Agustinos Recoletos que ocupa desde el siglo XIX la antigua ermita de Nuestra Señora del Camino, se venera todavía la primitiva imagen titular de la Virgen del Camino, talla románica del siglo XIII recubierta de ropajes modernos. Interesantes son también un copón barroco de plata dorada, de posible origen filipino y un cáliz rococó del mismo origen.