Eulz
Zona no vascófona.
Limita al N con Larrión, al S con Zubielqui, al E con Eraul y al O con Arteaga y Aramendía.
El monasterio de Irache ylos Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, desde finales del siglo XII y la abadía de Iranzu desde el XIII poseyeron collazos y diversos bienes en su término. Las rentas de las heredades de la Corona fueron donadas antes de 1513 al linaje Beaumont. En 1513 pertenecían a mosen Carlos de Seaumont.
En 1847 tenían escuela, cuyo maestro era a la vez sacristán y recibía por todo 1.300 reales al año; llegaba y salía el correo por valijero, que lo traía y llevaba a Estella. En su término se hallaban vestigios del despoblado de Ormaquia y cerca se alzaban los restos de un palacio perteneciente a la sazón al duque de Berwick, que lo era también de Alba. A comienzos de nuestro siglo se formó en Eulz una Caja rural.
En la zona más elevada del pueblo se localiza la parroquia de San Sebastián, un edificio de origen medieval del que únicamente se conserva la nave rectangular reforzada por contrafuertes. En el siglo XVII se verificaron obras de envergadura que consistieron en ampliar el templo por la cabecera, adaptándole un crucero que dio lugar a una planta de cruz latina; asimismo se hicieron nuevas cubiertas para todo el templo: una bóveda de medio cañón con lunetos y cúpula sobre el crucero. Al exterior el edificio forma un claro juego de volúmenes protagonizado por la torre, construida en el siglo XVII con sobriedad herreriana, a la que se añadió en el siglo XVIII un cuerpo de campanas barroco. La Virgen de la Salud, que se venera en un retablo manierista del primer tercio del siglo XVII, es una talla gótica de los primeros años del siglo XIV, el Niño está sin embargo anclado en esquemas románicos. Monumental, aunque de talla algo tosca, resulta el retablo mayor, barroco de mediados del siglo XVIII. Se asienta en un basamento de piedra con relieves renacentistas, de hacia 1560-70, en los que figuran dos Profetas y la alegoría de la Sinagoga y la Iglesia, contemporáneos de dos tallas que se veneran en el retablo: el titular San Miguel, y una Virgen con el Niño. Toda esta escultura manifiesta la transición del Primer Renacimiento al Romanismo, conjugando la expresividad de los rostros con unas marcadas anatomías.