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El bautizo tenía lugar en la iglesia, llevando los padrinos un pañuelo, una bandeja de dulces y una vela. Una de las entrevistadas fue bautizada en casa porque “llegó con urgencia” y a los días recibió las ceremonias ya en la iglesia a manos del párroco don Joaquín Aguado, de quien recuerdan que estaba enfermo. La madre no asistía al bautizo, pues permanecía en casa descansando y recibiendo cuidados. A la salida de la ceremonia, pero no de manera muy habitual, se tiraban ochenas y caramelos.