Aramendía
Zona no vascófona.
Limita al NE con Muneta y al SO con Ganuza del municipio de Metauten. Está situado al pie de las estribación de la Sierra de Santiago de Lóquiz, en la margen derecha del río Urederra. La vegetación característica son los robles y las encinas.
Antiguo lugar de señorío realengo, que en 1280 debía a la Corona una pecha anual de 26 sueldos y medio más 14 cahices de trigo y otros tantos de cebada; se consigna en aquella fecha la emigración de uno de los pecheros. Después de la notoria regresión demográfica de mediados del siglo siguiente, el número de familias casi se había cuadruplicado en 1427. Obtuvo en 1729 por 100 ducados que no se pudiera instalar en el término ningún vecino forano; esta circunstancia explica quizá la estabilidad poblacional de los siglos XVIII y XIX.
En 1849 contaba con un molino harinero y se atribuían a su término 1.500 robadas, de las que sólo se hallaban en cultivo 400 (30 de primera clase, 170 de segunda y 200 de tercera). De las incultas, 700 eran de bosque y 400 de maleza. El molino continuaba funcionando bien entrada nuestra centuria.
La parroquia de San Sebastián, edificio gótico-renacentista de dimensiones reducidas, se construyó en el siglo XVI con una sola nave de dos tramos y cabecera recta a la que se abren capillas-hornacinas en sus laterales. En aquélla subsisten las bóvedas originales góticas de terceletes con claves decoradas y ménsulas platerescas. La cabecera se cubre con una bóveda de aristas, fruto de una reforma barroca. Sus exteriores son sumamente sencillos con muros revocados, a destacar los sillares de las cadenas angulares. El lado de la Epístola se distingue de los demás por localizarse en él la portada de acceso de arco de medio punto que protege un pórtico adintelado. A continuación de éste y ya en los pies queda la torre, cuyo cuerpo de campanas se hizo en 1799 por el cantero Juan Bautista Astiz, vecino de Latasa. En el interior del templo sobresale el retablo mayor que fue realizado a mediados del siglo XVII por el ensamblador estellés Martín de Aguirre, aunque lo completó en 1667 el escultor, también de Estella Pedro López Frías, quien se ocupó de la mayor parte de las tallas que hoy luce el retablo. Su traza sencilla, lo mismo que su decoración de motivos geométricos y gallones, se ajusta aún a modelos manieristas, reduciéndose a un banco y cuerpo único de tres calles formadas por columnas entorchadas, más un ático recto. Dicha arquitectura la preside una pequeña talla romanista de la Virgen del Rosario, de comienzos del siglo XVII. También enriquece el templo el retablo rococó de San Francisco Javier, obra de la segunda mitad del siglo XVIII. En el tesoro parroquial destaca una píxide de plata, fechable hacia 1.500, todavía con traza y decoración góticas, que tiene el punzón de la ciudad de Estella.
Fuera del núcleo urbano se localiza la ermita de San Martín, edificio de tipo rústico que alberga en su interior un retablo rococó con la talla del titular de la época. Mayor interés ofrece, sin embargo, el crucero de esta localidad, también emplazado en las afueras, que constituye una muestra excepcional dentro del Plateresco navarro. La cruz de piedra, fechada en 1559, se eleva sobre una columna y nudo a manera de templete circular, en cuyas hornacinas aparecen los Evangelistas más San Pedro y San Pablo, destacan todas estas figuras por su expresivismo, propio de la época. Completa esta iconografía el Crucificado del anverso de la Cruz, perdido en parte, y la Virgen con el Niño del reverso, bajo cuyos pies se sitúa un eclesiástico arrodillado de excelente rostro con rasgos retratísticos. La cruz se cobija bajo un templete gótico, abierto en tres arcos apuntados sobre contrafuertes y con bóveda estrellada. Otra ermita es la del Santo Cristo o Calvario.
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